La mujer exhibicionista
23 de noviembre, 2019Cuando hablamos de mujer exhibicionista, confundimos normalmente esta actitud con algo puramente femenino o instintivo.
En el ámbito de «Comunicación desde el instinto», lo cual dirijo y ofrezco en mi página Cambio de Realidad, ser exhibicionista equivaldría a «estar muy alejado de su instinto».
El exhibicionismo no es solo abrirse de piernas ante observadores o insinuar/mostrar parte del cuerpo, sino también la necesidad de ser mirada.
«Diríamos que insinuar estaría más cerca del instinto, en tanto que mostrarse, estaría alejado de él».
Esto está bien, sobre todo, cuando aporta un disfrute a la mujer exhibicionista.
Sin embargo, este estado viene movido por una necesidad de ser observada. Aquí es donde nos encontramos con distorsiones.
Observa la siguiente imagen extraída del seminario online «La mujer en crisis».
En ella, está todo descrito.
Al fijarnos en la imagen, comprendemos que, a mayor información y menos instinto, más distorsión.
Si enumeramos algunos comportamientos de la mujer exhibicionista según el grado de necesidad, de menor a mayor, nos podríamos encontrar con los siguientes casos.
CASO 1 Mujer con un grado pequeño de necesidad de ser observada. Yo apuntaría a que este es el comportamiento más alienado con el instinto/biología de ser mujer. Esta mujer tendría un gran componente de instinto y mucho menos de información. Es una mujer atractiva tan solo por esa cuestión, que sabe en su fuero interno que no tiene que hacer mucho más para llamar la atención, por razones de «no salirse de sus esquemas» y porque esas otras actitudes no encajan en su forma de ser. |
CASO 2 Mujer que tiende a buscar continuamente ese equilibrio entre el instinto natural femenino y la información actual, totalmente distorsionada tras la experiencia, que la incita continuamente a «mostrarse» para ser valorada, querida, aprobada, cuestionada y comparada. Es una mujer inquieta en su fuero interno y además, sufre en ese constante ir y venir de sentimientos encontrados, que le dictan «hasta dónde llegar». En otras ocasiones, confunde el exhibicionismo exaltado con una mayor seguridad. Vive en un conflicto continuo. |
CASO 3 Es el caso de la mujer totalmente distorsionada por la información y por tanto, alejada de su instinto natural. Necesita, como si de supervivencia se tratase, mostrarse continuamente para ser mirada y observada por los otros, y puede llegar a puntos comprometidos en los que si bien puede salvarlos con comodidad, en casos menos acertados, acaba perdiendo valor, justo lo que busca por necesidad nada más levantarse por la mañana. La sociedad actual insta, de manera totalmente errónea a hacer creer a la mujer que este tipo de mujer es el deseable por todos, cuando en realidad se trata de una distorsión que puede llegar a la enfermedad o viceversa. Estas mujeres harán lo que sea para exhibirse y llamar la atención. Ese es su propósito y su identidad, por lo que viven por y para él. |
Hay mujeres que quedan fuera de estos tres casos. Son aquellas que no sienten ninguna necesidad de ser observadas, es más, lo detestan. No se sienten identificadas con lo estrictamente femenino y precisamente por eso desvelan otras cualidades que hacen girar la mirada al observador hacia otro lado.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres entran en uno de los tres casos descritos arriba.
Observemos que he comenzado por el caso en donde el instinto tiene mayor protagonismo hasta llegar al último caso, donde el instinto está totalmente absorbido por la carga de la información/experiencia.
Nada de lo anterior dicho es ni bueno ni malo.
Solo se trata de que cada una se reconozca en ellos y, en el caso «más grave» y distorsionado de la mujer exhibicionista, de que se trate de hacer un balance para conectarse con su diseño de mujer, con el instinto primario femenino. Esta acción resta necesidad y el sufrimiento se apacigua.
El exhibicionismo en sí es una acción que nos debería aportar placer y, de hecho, lo aporta. Pero, en grados altos de necesidad, se convierte en un malestar sintomático tanto en el que tiene sed de mirar como en el caso de la mujer exhibicionista a la que me refiero, que sin ese aspecto en su vida, no sería nada.
Es más, en este caso, la mujer y el exhibicionismo son la misma cosa.
En la sociedad actual, dada tanta información errónea y dirigida a otros fines, amén de que el ser humano cada vez tiene menos interés por hacerse más inteligente y adquirir recursos superiores sociales (educación, cultura, habilidades sociales, etc.), se premia a la mujer exhibicionista en sumo grado, obviando que se trata de una distorsión que esconde una patología.
Las mujeres que no se sienten identificadas con esos modelos de exhibicionismo, o bien lo rechazan o bien buscan imitar «lo que está de moda» o «lo que realmente es atrayente» y, en esta acción, se alejan del instinto, el cual les habría dado la respuesta más coherente y correcta para ellas.
En el instinto reside el mayor atractivo del ser humano. Si a este estado le sumas la «información» adecuada y superior en cada momento, el atractivo es irremediable e irresistible, mientras que la mujer adquiere más poder y seguridad, sin haber hecho nada.
¿Lo podemos ver? Observa la siguiente imagen.
Si quieres saber más está todo en el marco del seminario online «La mujer en crisis».
¡Gracias por tu inteligencia!
Ruth Morales
Gracias, gracias, gracias….